El jugo de naranja es una de las bebidas más populares y comunes para el desayuno. Antes de ir al trabajo o a la escuela, tomar un jugo de naranja parecería ser lo más saludable, pero ¿quién come 12 naranjas en el desayuno? Seguramente nadie. No obstante, hay quienes toman el jugo de 12 piezas de ese dulce cítrico, que son las que contiene 1 litro de jugo de naranja. Como se obtiene de manera natural, es sano consumirlo, pero beberlo en exceso contribuye a la obesidad, un problema grave de salud pública en México.
Según la Jarra del Buen Beber, elaborada por el Instituto Nacional de Salud Pública como una recomendación para la hidratación del mexicano, lo mejor sería tomar medio vaso como máximo. El jugo de naranja y de otras frutas, junto con la leche entera, las bebidas alcohólicas y deportivas, ocupan el quinto nivel, donde se recomienda beber dicha cantidad: medio vaso como máximo. En el sexto y último lugar, en el de cero consumo, figuran los refrescos y las aguas de sabor.
La química Ana Berenice de la Barrera Avilés, del Programa Universitario de Alimentos (PUAL) de la UNAM, señala que en el Plato del Buen Comer, recomendación nutrimental para la población de México, ni siquiera aparecen los jugos, pero sí las frutas.
Es importante mencionar que unas frutas contienen más azúcar que otras. Por ejemplo, el contenido de sacarosa del mango, la papaya y el mamey es mayor que el de la naranja. Un trozo de mango equivale aproximadamente a una naranja mediana. Según su tamaño (pequeña, mediana o grande), cada naranja contiene entre 36 y 50 kilocalorías, en tanto que el mango tiene 61 kilocalorías.
Natural vs. artificial
Algunos jugos de fruta envasados contienen hasta 12 cucharadas de azúcar, por lo que su conusmo no es recomendable. Es mejor y más sana la experiencia sensorial de masticar la fruta, como sugieren los nutriólogos. Un concentrado de jugo de naranja industrial, adicionado con edulcorantes artificiales no calóricos, al final del proceso pierde la vitamina C pero contiene otras vitaminas agregadas, como las del complejo B y la vitamina D.
Sin embargo, para la mayoría de la gente que tiene acceso a gran variedad de frutas, vegetales y otros grupos de alimentos, su consumo es innecesario. Al beberlo en exceso y rebasar la cantidad de vitaminas que se necesitan a diario, el cuerpo desecha el resto. Es mejor no acostumbrar al paladar a consumir demasiados alimentos dulces, ya que si el exceso de calorías no se metaboliza se acumula en el cuerpo, lo cual es una de las causas del sobrepeso y la obesidad.
De la Barrera Avilés explica que no es lo mismo beber el jugo que comer una naranja, que no sólo contiene azúcares (hidratos de carbono), vitamina C y fibra, sino también agua, proteínas, lípidos, grasas, calcio, fósforo, hierro, magnesio, potasio, mucho zinc, vitamina A, etcétera.
Otra desventaja del jugo es que la vitamina C es muy lábil (se pierde con facilidad). Al cortarla con un cuchillo, usar un exprimidor metálico y entrar en contacto tanto con los rayos UV de la luz solar como con el oxígeno, se oxida y se pierde. A la intemperie, después de un buen rato de haber exprimido la naranja en los puestos callejeros, el jugo sufre más oxidación y pierde totalmente la vitamina C.
Al tomarlo colado se pierde la fibra no soluble de la naranja formada por la pared de los gajos que contienen el jugo. La fibra es un elemento muy importante en la alimentación y fortalece a la microbiota intestinal, lo cual ayuda a tener una mejor salud digestiva.
Por último, De la Barrera Avilés recomienda consultar a un nutriólogo para que el profesional ajuste la alimentación de acuerdo con la edad, sexo, estado de salud, momento metabólico y gasto energético.
Con información de Gaceta UNAM